EL ÉXITO MAS GRANDE DEL MUNDO
Og Mandino
Debo advertiros de antemano .Las palabras que estáis a punto
de leer pueden poner fin a vuestra vida. Escrito está que un vida inútil es, con mucho, peor que una muerte prematura. Si los años de vuestro corazón, desde que salisteis del vientre de vuestra madre, se han envenenado con el fracaso y la frustración, la angustia y el descontento, la derrota y la conmiseración por nosotros mismos, os digo, entonces, que debéis ponerle término a esa existencia miserable, inmediatamente, y comenzar a reconstruir una nueva vida, un nuevo ser…lleno de amor y orgullo y logros y tranquilidad de espíritu.
Y no sólo os digo que debéis: os digo que podéis; No sólo os
digo que podéis: os digo que lo haréis, en tanto que aceptéis y hagáis uso del inapreciable legado que voy a compartir con vos.
Me llamó José ¡Ah, si yo fuera un consumado narrador de
cuentos, con pleno dominio de mi orgulloso lenguaje! En lugar de haberme pasado toda una vida como guardián de cuentas y libros mayores…Aun así, a pesar de mis muchos defectos, debo dejar sentado lo que sé de Zaqueo Ben Josué, para beneficio de las incalculables generaciones por venir, a fin de que puedan ser guiadas apropiadamente en su búsqueda de una vida mejor. Su historia y, lo más importante, el regalo que hizo a la humanidad, no deben
desaparecer bajo las indiferentes arenas del desierto.
Quedó huérfano antes de cumplir los cinco años. Los demás
niños hacían mofa de su cuerpo deforme…una enorme cabeza y unos hombros demasiado anchos asentado sobre un torso redondeado del que sobresalían dos piernas delgaduchas que se negaban a crecer.
No tenía escuela. Los años preciosos de su adolescencia los
pasó en agobiante trabajo, desde la salida del sol hasta su ocaso, arando la tierra y recolectando el fruto en las vastas propiedades de Herodes. Y, sin embargo, a pesar de todos sus impedimentos, llegó a ser el hombre más rico de todo Jericó, con título de propiedad sobre más de la mitad de todas las tierras irrigadas que se extendían hasta a mediodía de marcha a partir de la ciudad.
Un eminente sabio de Grecia, quien lo conoció en el apogeo
de su carrera, regresó a Atenas y les declaró a sus colegas que, finalmente, había conocido a un hombre que había conquistado el mundo y que ni siquiera se percataba de ello.
En los años de su senectud aceptó un puesto que hubiera
acarreado desprecio y odio sobre la cabeza de cualquier otro, como ocurriera con los que fueron sus predecesores, pero el afecto y respeto de tantos de los del pueblo, cuyas vidas había tocado y hecho cambiar, mejorándolas, nunca disminuyó.
Permitidme que con suaves caricias ahuyente, las huellas de
las batallas de este día, mientras comparto con vos el oro de la sabiduría de un hombre…sabiduría que vos podéis aplicar a vuestra manera de pensar, de sentir y de actuar, de tal modo que, con el tiempo, podáis transformaros, de una hoja muerta e inútil, arrebatada por los vientos, en aquel orgulloso ser humano que queráis convertiros. Sobre todo, ejercitad la paciencia…y escuchadme hasta el fin.
¿Estáis preparados para salir de esa antigua vida e iniciar
una nueva? A estas alturas, ¿no es poco lo que hay que perder y todo lo que hay que ganar? Como su humilde y auto designado ejecutor, permitidme que os transmita el bien más preciado de las riquezas de Zaqueo. Lo que hagáis con este extraordinario legado…¡depende totalmente de vos!