GRACIAS..POR..EXISTIR
LA PLAYA DEL SILENCIO
El silencio no es vacío, no es absurdo, no es ausencia ni olvido. El silencio es vacación de ruidos y de palabras hirientes. El silencio es enfrentarse a uno mismo. Es pasar por el “escáner” de uno mismo. Es el método para escuchar el latido del corazón. Es la senda que conduce a interrogantes con respuestas. Es una vía para habitar con uno mismo. Es positivo en la medida que nos anuncia algo de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros sufrimientos y de nuestro futuro. El verano, en la playa del silencio, nos da una oportunidad para escuchar cómo es nuestra voz ."No hables demasiado, que quien mucho habla mucho yerra y da indicios de saber poco. No hay cosa de más peligro ni de menos autoridad que las demasiadas palabras." (Santa Teresa de Jesús).
LA PLAYA DE LA CONTEMPLACION
En medio de tanta cosa y de interesados slogan que nos distraen la contemplación nos invita a dirigir nuestra mirada hacia algo. A poner nuestra atención en Alguien. Es redescubrir la realidad que nos rodea viendo aspectos que, el agobio del día a día, nos impide observar o disfrutar. Puede ser, el tiempo estival, un momento increíblemente bueno y placentero para ver el fondo de las cosas y de las personas, de Dios y de la naturaleza, de la fe y de todo aquello que nos rodea. “Mientras que para la sociedad no existe mayor pecado que la vida contemplativa, los más cultos opinan que la contemplación es la ocupación natural del hombre” (Oscar Wilde)
LA PLAYA DE LAS HUELLAS
Toda nuestra existencia es la suma de pequeños actos (heroicos o insignificantes) que denotan el alma que todos llevamos dentro. No hay mayor satisfacción para una persona que, mirar hacia atrás, y ver la multitud de signos que deja el recuerdo de su paso. Unos serán buenos y otros serán malos. El verano, en la gran playa de las huellas, nos invita a caminar lejos de las arenas movedizas y muy cerca de aquellas otras que, con lo mejor de nosotros mismos, van haciendo de nuestro mundo un inmenso cielo. “Sólo dejan huella las personas que han tenido peso en la vida” (Anónimo)
LA PLAYA DE DIOS
El gran desconocido, incluso para sus entusiastas, es DIOS. El verano, aunque nos parezca impropio, es una ocasión para descubrir los rasgos de la presencia de Dios allá donde nos encontramos. Cansados y agotados (cuando tenemos tantas seducciones a nuestro alrededor) el verano, en la playa de Dios, puede constituirse en un paraje único para saber que Dios produce paz y serenidad, frescura y relativización de los problemas que nos asolan. “Dios nos invita muchas veces pero, otras tantas, nunca nos encuentra en casa” (Lein Ain-Jai)
LA PLAYA DE LA FAMILIA
Vivir no es lo mismo que convivir. No todo el que está bajo un mismo techo es consciente de ciertos aspectos que le podrían venir bien de aquel que le rodea. La playa de la familia nos abre un horizonte totalmente novedoso en el tiempo veraniego. Lo que eran silencios tensos se convierten en diálogos distendidos; aquello que resultaba desconocido se nos presenta como algo asombroso; lo que era aparentemente rutina se convierte en un motivo para seguir adelante y amando. Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado. John Browring (filósofo y político).
Perla
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