Acuario

9.03.2009

AMABILIDAD


GRACIAS..POR..EXISTIR


El padre José Luis Martín Descalzo narraba una anécdota que le sucedió a uncompañero de trabajo.

Este amigo suyo volvía de la oficina a su casa. Al llegar a la estación compró, como siempre, un billete de metro, pero alpagar se llevó una sorpresa.

La chica que le atendía, con una sonrisa tímida, le respondió: «Hoy no tieneusted que pagar».

El hombre se quedó de una pieza.

Preguntó el porqué.«Porque ayer se fue sin coger el vuelto», respondió la chica desde el otrolado del cristal. ¿Acaso recordaba su rostro? ¿Conocía quién era? Nada de eso.

La chica ni siquiera había estado el día anterior; pero una compañera lehabía dicho por la mañana:«Cuando venga el señor que siempre nos da las buenas tardes, dile que hoyno tiene que pagar».Con esta referencia, la muchacha en turno supo puntualmente de quién setrataba.

Una hermosa experiencia que hace brillar la nobleza de un corazón. Sin embargo, esta misma luz pone de manifiesto la oscuridad de tantaspersonas que han olvidadoya ser amables con los demás.¡Cuántas personas pasarían por aquellas taquillas del metro madrileño! Y sólo una de ellas era inconfundible porque era «el señor que siempre nosda las buenas tardes». En la cultura que se ha ido imponiendo en nuestros días parece que seramable es ser amilanado,débil o, simplemente, tonto. Expresiones que denotan respeto y educación seevitan, ya que el usarlas nos haría quedar mal delante de nuestro “círculo deamistades”. Si le doy las gracias al mesero que me sirve la mesa, dejaría entrever queestoy necesitado de su servicio.

Como en todos los casos implica una degradación de nuestra grandepersonalidad,mejor no usarlas para poder aparecer como alguien fuerte y seguro de símismo.

Ser amable no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: «pase usted», que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de lapuerta.

Ser cordial indica mayor entereza y domino, que poner un rostro frío deabsoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortés es respetado por lo que es. Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestrospadres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o alconductor del autobús.

Ceder el asiento en el metro a una señora o a un anciano, se puede hacer confacilidad.

Desear un buen día de trabajo al mesero de nuestro café preferido no cuestamucho. Oportunidades, desde luego, no faltan; sólo hay que descubrirlas y hacer lacostumbre.. Este tipo de detalles es el que cambia rostros y alegra atmósferas enteras..

Las relaciones se estrechan. Las sonrisas se multiplican. El trabajo se disfruta. El corazón rejuvenece. Se acrecienta el deseo de compartir el tiempo.¿Por qué? Porque la gente se siente tratada con el respeto y la dignidad de lo que verdaderamente son: personas e hijos de Dios. Y todo esto depende tan sólo de un sencillo «buenos días». ¡Vence el mal con el bien!

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